Para alcanzar cualquier objetivo que nos tracemos en la vida, es necesario
un plan, pero se requiere la disciplina suficiente para cumplirlo.
"Un plan no es nada, pero la planificación lo
es todo", dijo Dwight D. Eisenhower (ex presidente de Estados Unidos).
Si masticamos esta expresión saboreamos que la clave para lograr nuestros
objetivos es el esfuerzo y el seguimiento de nuestras tareas hasta conseguirlos.
Se puede
soñar, planear, pero si no se actúa no se llega a ninguna parte. Es como el que
quiere un auto y planea comprarlo; pero no trabaja, ni se esfuerza por conseguir
el dinero, y mucho menos sabe cuánto capital tiene y cuánto le falta. Al
vencerse el plazo sencillamente el proyecto fracasó, y el sueño se esfumó.
Pongamos los pies sobre la tierra
El fin de toda
planificación es el lograr los objetivos que se trazaron con anterioridad (sean
individuales o corporativos), desarrollando las estrategias y gestionando los
recursos para llevarlas a cabo, expone el profesor del Instituto de Empresa
(IE) y director de Marketing de la Universidad SEK, Miguel Costa. En su
opinión, “está claro que un buen plan o una buena idea empresarial es un buen
punto de partida, pero puede ser un fracaso si no tiene detrás un proceso
reflexivo, ordenado y estructurado que posibilite su consecución”. Dicho fracaso
es al que llamamos ‘Ausencia de
Seguimiento’. Creer que los objetivos se cumplirán por arte de magia o por
un golpe de suerte.
¿Por qué es
necesario contar con herramientas de monitoreo y valoración? Porque es la
manera efectiva en que se puede evaluar la calidad e impacto del trabajo en
relación con el plan de acción establecido. El seguimiento y control a muchas
personas no les agrada, pero es el ‘As bajo la manga’ en todo proyecto. Corre
la cortina y revela cualquier dificultad que pueda presentarse para anticiparnos
a la solución. Es una herramienta interna de mucho valor y no hay que pasarla
por alto.
‘Más sabe el diablo por viejo que por diablo’
Hay que ser
desconfiados, hay que vigilar lo que se ha hecho, sea bueno o malo. El
seguimiento es una oportunidad para fortalecer nuestras competencias y
establecer rutas de trabajo que nos permiten ser mejores cada día. ‘No hay que
dormirse en los laureles’. Siempre es un buen momento para hacer
seguimiento.
No se puede
asumir que una tarea se hizo, se debe verificar. Hay que ser atalayas
individuales y corporativos. El seguimiento constante nos permite generar un
verdadero desarrollo integral (aprendizaje y crecimiento) y así lograr el
cumplimiento de los objetivos corporativos. No hay que perder el tiempo… Llegó
el momento de revisar el avance de los objetivos, dar retroalimentación y
generar planes de acción.
By: Jorge Hernán Gutiérrez. Comunicador Social y Periodista, Director de Marketing.
una publicación por IXOUSART.
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